¡Bienvenidos!

Si alguien, pinchando en la web o porque ha sido invitado a ello, llegara aquí a este blog con lo primero que se topa es con este rótulo que sirve de título al mismo: CUBAOP.

Si no lo entiende serían legítimas las preguntas que se sucederían una tras otra y que pudieran ser como estas: ¿CUBAOP? ¿Qué eso? ¿Algo nuevo? ¿Qué me quieren decir con estas letras los que escriben aquí? CUBAOP es el espacio en que queremos compartir lo que significa para nosotros la OP, Orden de Predicadores, en CUBA.

Desde Cuba porque una Orden que está en muchas partes del mundo se manifiesta de manera concreta en los límites de un país, estado o región concreto del mundo. Y es desde Cuba que como dominicos nos integramos en la gran familia dominicana a lo largo y ancho del mundo.

En esta aventura no vamos solos. En la gran familia hay jóvenes y adultos, mujeres y varones, laicos y religiosos. Esta gran familia cuenta en Cuba con la presencia de frailes, monjas, religiosas de varias congregaciones y con seglares. Todos nos sentimos continuadores de Domingo de Guzmán en el gran reto que es comunicar a todos y todas el Evangelio de Jesús de Nazaret haciendo uso de un lenguaje actualizado y desde nuestra experiencia de vida como cubanos y cubanas.

Esto es lo que quiere ser CUBAOP. Contamos contigo, que lees y comentas, que te cuestionas e interrogas a otros para hallar a Dios, para seguir adelante en esta aventura que comenzamos a construir.
Fr. Andrés, O.P.

Porque somos en Blanco y negro.

Encuentro con el pasado

Un día O.P.

viernes, 29 de agosto de 2008

"Felices en la espera"

El Centro de Teología Santo Domingo de Guzmán, en la República Dominicana, inauguró el curso académico 2008-2009 el día 29 de agosto. El acto comenzó con la celebración de la Eucaristía, presidida en esta ocasión por Fr. José Manuel Rodríguez, OP, subdirector del Centro. En su homilía, fr. José Manuel glosó lo que podrían ser los objetivos y propósitos para este curso: la pasión y la búsqueda de la verdad en un mundo que cuestiona la posibilidad de llegar a conocerla, mostrar que nos fiamos de la palabra de Dios que se nos dio a conocer y que nos ayudará en nuestro caminar, fomentar la capacidad de ser humildes en esta búsqueda de la vida para poder dialogar y aprender de la realidad.

A continuación fr. José Hernando, OP, secretario y profesor del Centro, dictó la "lectio prima" de este año escolar: "spe salvi: felices en la espera". En su disertación, fr. Jose Hernando presentó las líneas generales de la encíclica, dando algunas claves de lectura y sugiriendo elementos a tener en cuenta.

La esperanza no es una manera de ver las cosas o una actitud, lo que llamamos habitualmente “optimismo” y que conlleva una determinada carga de ingenuidad y ceguera. La esperanza cristiana no es así: es el fruto de la Promesa realizada por la muerte y la resurrección del Cristo.
Los cristianos deben aprender de nuevo que lo que tienen que ofrecer al mundo es Dios, pero no cualquier dios sino el Dios que ha venido a buscarnos y que nos ha revelado en Cristo su amor.

Un sencillo brindis concluyó la actividad a la que asistió una nutrida representación de alumnos y alumnas y algunos profesores.

En este Centro han estudiado algunos de nuestros estudiantes, en estos momentos cursa sus estudios en él Fr. Andrés, colaborador de este blog.

(Vea la noticia en su sitio original: http://www.dominicos.org/mostrarNoticia.asp?Id=415

“Por eso yo soy cubano…”

Por eso yo soy cubano, y me muero siendo cubano… así dice el estribillo de un son cubano que habla de la manera de ser y de relacionarse de los cubanos, y es lo que quiero compartirles: LA MANERA DE RELACIONARSE DEL CUBANO.

Pasearse por las calles de Cuba da la sensación de estar recorriendo un enorme barrio, donde las personas hacen una vida interactiva y de continua comunicación. La dimensión relacional incide de variadas maneras.

El cubano, la cubana es hospitalario por naturaleza, le gusta acoger, compartir, disfrutar de la compañía del otro, es buen conversador, aunque sea con desconocidos, propicia siempre el encuentro y el diálogo, por eso si uno conoce a un cubano y viaja a su lado en silencio, no se asuste que le pregunte la hora en varias ocasiones, o que exclame un ¡qué calor está haciendo! o pregunte aunque no halla ni el más asomo de nubes ¿lloverá hoy? o un ¿vio la novela o la película de anoche? Hará lo posible por entrar en relación, en diálogo.

Otra dimensión de la relación es mediante el argot popular dentro del idioma que proviene en muchas ocasiones de la misma mezcla que es el ser cubano: grupos marginados como los negros esclavos en tiempos de la colonia, defendieron sus vocablos y sonidos celosamente, los que llegarían a formar parte del habla cotidiana. El legado indígena, aunque en otros aspectos no es tan evidente, en el habla sí está bastante presente. Pero los vocablos y frases provenientes de estos grupos fueron sometidos al castellano traído de la península ibérica. De Europa llegaron también voces de grupos populares, como las germanías o los gitanos, junto con sonidos y signos de otros idiomas como el inglés, el francés o el italiano. Estas fuentes, unidas con otros elementos, han conformando un lenguaje popular en Cuba.

La relación también abarca otras dimensiones: cultivo de la amistad, quien es amigo de verdad de un cubano lo es para siempre, se comunica y relaciona con la música, el canto, el baile, el cine, el teatro, la moda, la pintura, la fotografía, la escultura, la religiosidad, estás formas se han desarrollado sobre todo en los últimos 40 años por la situación especial que se ha vivido, también se comunica con la mirada, con gestos, con el tacto, al cubano le gusta acariciar, dar besos, abrazar. Forma parte del hombre piropear a las mujeres que pasan por su lado. En su comunicación también expresa su sensibilidad ante lo que vive, es capaz de llorar por ver una puesta del sol, (es un romántico) o llorar a lágrima viva ante el más dramático suceso, o tomarse las cosas en serio como la solidaridad y en eso es capaz de empeñar la vida.

El sentido del humor, no falta en la manera de relacionarse, los chistes, ocurrencias, exageraciones, forma parte de esa tradición cubana para poder asumir las dificultades y la dura realidad por la que pueda atravesar.

En la manera de relacionarse está el sentirse vecino y cercano, “quien es tu mejor hermano, el vecino más cercano”, o “contigo pan y cebolla”, se suele decir, la relación vecinal pasa por compartir la vida, desde el plato del día, el postre del día, se escucha decir guarda el de la vecina…se comparten la fiesta de cumpleaños, el esperar año nuevo, se comparte la alegría de un nacimiento con el famoso aliñao (bebida con compuestas con diversas frutas y aguardiente la que la nueva mamá agasaja a los que van a ver al bebé y a llevarle su regalito) y se acompaña en el dolor, enfermedad y muerte.

La vida de un gran barrio es toda Cuba, hay una frase que recibe a los que visitan la ciudad oriental de Santiago de Cuba “HOSPITALARIA HOY, HEROICA SIEMPRE”… frase que pega bien a la gran isla considerada en poesía como un gran lagarto verde.

Fr. José Alberto Hidalgo Alarcón

domingo, 24 de agosto de 2008

Santo Domingo. El Fundador.

Nació en Caleruega (Burgos) en 1170, en el seno de una familia profundamente creyente y muy encumbrada. Sus padres, don Félix de Guzmán y doña Juana de Aza, parientes de reyes castellanos y de León, Aragón, Navarra y Portugal, descendían de los condes-fundadores de Castilla. Tuvo dos hermanos, Antonio y Manés.

De los siete a los catorce años (1177-1184), bajo la preceptoría de su tío el Arcipreste don Gonzalo de Aza, recibió esmerada formación moral y cultural. En este tiempo, transcurrido en su mayor parte en Gumiel de Izán (Burgos), despertó su vocación hacia el estado eclesiástico.

De los catorce a los veintiocho (1184-1198), vivió en Palencia: seis cursos estudiando Artes (Humanidades superiores y Filosofía); cuatro, Teología; y otros cuatro como profesor del Estudio General de Palencia.

Al terminar la carrera de Artes en 1190, recibida la tonsura, se hizo Canónigo Regular en la Catedral de Osma. Fue en el año 1191, ya en Palencia, cuando en un rasgo de caridad heroica vende sus libros, para aliviar a los pobres del hambre que asolaba España.

Al concluir la Teología en 1194, se ordenó sacerdote y es nombrado Regente de la Cátedra de Sagrada Escritura en el Estudio de Palencia.

Al finalizar sus cuatro cursos de docencia y Magisterio universitario, con veintiocho años de edad, se recogió en su Cabildo, en el que enseguida, por sus relevantes cualidades intelectuales y morales, el Obispo le encomienda la presidencia de la comunidad de canónigos y del gobierno de la diócesis en calidad de Vicario General de la misma.

En 1205, por encargo del Rey Alfonso VIII de Castilla, acompaña al Obispo de Osma, Diego, como embajador extraordinario para concertar en la corte danesa las bodas del príncipe Fernando. Con este motivo, tuvo que hacer nuevos viajes, siempre acompañando al obispo Diego a Dinamarca y a Roma, decidiéndose durante ellos su destino y clarificándose definitivamente su ya antigua vocación misionera. En sus idas y venidas a través de Francia, conoció los estragos que en las almas producía la herejía albigense. De acuerdo con el Papa Inocencio III, en 1206, al terminar las embajadas, se estableció en el Langüedoc como predicador de la verdad entre los cátaros. Rehúsa a los obispados de Conserans, Béziers y Comminges, para los que había sido elegido canónicamente

Para remediar los males que la ignorancia religiosa producía en la sociedad, en 1215 establece en Tolosa la primera casa de su Orden de Predicadores, cedida a Domingo por Pedro Sella, quien con Tomás de Tolosa se asocia a su obra.

Bolonia - Verdadero rostro de Sto. DomingoEn septiembre del mismo año, llega de nuevo a Roma en segundo viaje, acompañando del Obispo de Tolosa, Fulco, para asistir al Concilio de Letrán y solicitar del Papa la aprobación de su Orden, como organización religiosa de Canónigos regulares. De regreso de Roma elige con sus compañeros la Regla de San Agustín para su Orden y en septiembre de 1216, vuelve en tercer viaje a Roma, llevando consigo la Regla de San Agustín y un primer proyecto de Constituciones para su Orden. El 22 de Diciembre de 1216 recibe del Papa Honorio III la Bula “Religiosam Vitam” por la que confirma la Orden de Frailes Predicadores.

Al año siguiente retorna a Francia y en el mes de Agosto dispersa a sus frailes, enviando cuatro a España y tres a París, decidiendo marchar él a Roma. Allí se manifiesta su poder taumatúrgico con numerosos milagros y se acrecienta de modo extraordinario el número de sus frailes. Meses después enviará los primeros Frailes a Bolonia.

Habrá que esperar hasta finales de 1218 para ver de nuevo a Domingo en España donde visitará Segovia, Madrid y Guadalajara.

Por mandato del Papa Honorio III, en un quinto viaje a Roma, reúne en el convento de San Sixto a las monjas dispersas por los distintos monasterios de Roma, para obtener para los Frailes el convento y la Iglesia de Santa Sabina.

En la Fiesta de Pentecostés de 1220 asiste al primer Capítulo General de la Orden, celebrado en Bolonia. En él se redactan la segunda parte de las Constituciones. Un año después, en el siguiente Capítulo celebrado también en Bolonia, acordará la creación de ocho Provincias.

Con su Orden perfectamente estructurada y más de sesenta comunidades en funcionamiento, agotado físicamente, tras breve enfermedad, murió el 6 de agosto de 1221, a los cincuenta y un años de edad, en el convento de Bolonia, donde sus restos permanecen sepultados. En 1234, su gran amigo y admirador, el Papa Gregorio IX, lo canonizó.

¿Quiénes somos los Dominicos?

Los dominicos predican en las iglesias y en las calles, en las universidades y en los medios de comunicación, tanto a los fieles como a los disidentes; abrimos con ímpetu la Escritura a auditorios diferentes y perseguimos trabajos de justicia y paz; damos retiros a las monjas, visitamos a los enfermos, confortamos, escuchamos, confesamos, perdonamos, y por último deseamos ir, tan lejos como sea necesario, a predicar la Palabra de Dios a aquellos que todavía no la conocen o necesitan oírla.

Los dominicos fueron fundados como parte del movimiento mendicante: no monjes atados a un monasterio, sino llamados a salir al mundo para llevar el Evangelio, conservando las fuentes de la oración monástica. En la espiritualidad dominicana, el rezo común y la actividad apostólica se alimentan mutuamente. Como los apóstoles que fueron enviados para predicar, pero eran también exhortados por Jesús a rezar constantemente, nuestra predicación es un rezo, un encuentro con Dios en la gente, con quienes y a quienes predicamos, y nuestro tiempo, pasado en el silencio ante Dios, nos orienta con mayor seguridad, en nuestra misión apostólica.

Dentro de la familia dominicana, los frailes están unidos a una orden religiosa internacional dentro de la Iglesia Católica. Ni monjes en un monasterio, ni sacerdotes diocesanos que viven en parroquias, los frailes dominicanos son " religiosos apostólicos " comprometidos al ministerio de la predicación dondequiera que sea más necesario, con una marcada preferencia por las fronteras de la Iglesia. Los frailes persiguen este ministerio en común, ligados por los votos de pobreza, castidad y obediencia.

La Orden provee a los frailes de un lugar apropiado para vivir, en orden a lograr una íntegra evangelización, preparada en el silencio y en el estudio sostenido por el rezo. Esta aventura espiritual y misionera se ha desarrollado durante casi ochocientos años y sigue siendo una parte vibrante de la vida de la Iglesia; colaborando con Ella, a proclamar el Evangelio de Jesucristo a toda la tierra, y quizás un día, a los confines del universo.

Hablando de Formación.

En estos momentos los Dominicos en Cuba tenemos tres frailes en formación, uno en formación institucional y dos en formación pos-institucional. El proceso de formación de nuestros frailes consta de tres periodos bien diferenciados: el primero es el prenoviciado, en este periodo los jóvenes comienzan a dar sus primeros pasos en el crecimiento humano y dominicano dentro de la Orden, dejando configurar su vida al estilo de las nuevas exigencias que se le presentan como nuevos retos para el crecimiento tanto institucional como personal; en estos momentos este proceso se realiza en la casa de Linea, en la Ciudad de la Habana.



El segundo momento es el noviciado, donde los jóvenes que han decidido continuar adelante el proyecto de ser frailes, pasan ya a vivir de un modo directo su integración en la Orden, visten el hábito y comienzan su formación religiosa propia, allí conocerán la espiritualidad de la Orden, sus Constituciones, su modo profundo de ser. Este proceso termina con la emisión de los primeros votos como religiosos. La última experiencia de noviciado la realizamos hace dos años en el Convento de Santo Tomás de Sevilla.


Seguido del noviciado y después de la primera profesión comienza el estudiantado, momento en el que junto con el aprendizaje y afianzamiento en los pilares de la Orden, el fraile inicia o continua con sus estudios académicos de filosofía y teología. En estos momentos ese periodo lo realizamos en la República Dominicana, donde tenemos a un estudiante de nuestra vicaría: Fr. Andrés. Este periodo debe acabar con la profesión solemne, donde el fraile se compromete con la Orden de por vida, al mismo tiempo que pasa a ser miembro pleno de la misma.

Por último vendrán los estudios de especializaciones y licencias, en estos momentos dos de nuestros frailes se encuentran en Salamanca: Fr. Adreano y Fr. Léster. En este periodo se pretende culminar con la formación acádemica y con la obtención de una titulación que permita poder en el trabajo posterior, dar respuestas a los interrogantes de nuestro mundo, siendo fieles al carisma de la verdad.

sábado, 23 de agosto de 2008

El Dalai Lama con los Dominicos de Oxford

El pasado 29 de mayo visitaba el convento de los dominicos de Oxford, más conocido por el nombre de Blackfriars Hall, su santidad el Dalai Lama, participando en un coloquio que llevaba por título: Bebiendo de la fuente escondida: meditación, oración y contemplación en las tradiciones budista y cristiana.

Tras la oración del mediodía, cantada por los frailes dominicos de Oxford con quienes el Dalai Lama rezó. se escucharon en primer lugar dos exposiciones sobre la contemplación en las tradiciones dominicana y carmelitana: la primera a cargo del dominico irlandés fr. Paul Murray op, profesor en la Universidad del Angelicum en Roma –quien se refirió a santa Catalina de Siena y a los grandes protagonistas de la mística renana: el Maestro Eckhart o Taulero- y la segunda a cargo de fr. Eugene McCaffrey ocd – quien se refirió a San Juan de la Cruz-

A continuación, el Dalai Lama tomo la palabra y habló del respeto que le proporcionaban los contemplativos cristianos, sus encuentros con Thomas Merton –con quien compartió tres días en Dharamsala - y su deseo de una coexistencia pacífica entre las diferentes tradiciones religiosas, que comparten tantos valores comunes. El argumento fundamental de su exposición tuvo que ver con las coincidencias, desde el punto de vista de la experiencia religiosa, entre lo que los cristianos llamamos Dios y los budistas "realidad última".

domingo, 17 de agosto de 2008

“Dios te salve María, llena de eres de gracia”



¡Oh, María!
...Haz que quienes creen en tu Hijo/
sepan anunciar con firmeza
y amor a los hombres de nuestro tiempo/
el Evangelio de la vida...

JUAN PABLO II





Canta nuestro tricentenario
Monasterio de Santa Catalina de Siena.

por Hilario ROSETE SILVA
fotos: Orlando MÁRQUEZ

“Es una dicha celebrar la Eucaristía junto a estas religiosas (dominicas contem-plativas)”, comenzó su homilía monseñor Enrique Serpa, obispo de la Diócesis de Pinar del Río, en la fiesta patronal del habanero Monasterio de Santa Catalina de Siena, del Nuevo Vedado.

El día de la santa y humilde virgen dominica, doctora de la Iglesia, coincidió este año 2007 con el cuarto Domingo de Pascua, y la misa solemne, transferida para el último lunes de abril, fue concelebrada, en el Santuario de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, anexo al monasterio, por una decena de sacerdotes –¿imagen del Rosario mariano?–, la mayoría de la Orden de Predicadores.

“El pueblo jubiloso/ camina hacia tu altar/ seguro va en su paso/ aprisa por llegar...”, cantó en la entrada y reflejó el ambiente de la celebración, el coro del Seminario de San Carlos y San Ambrosio, compuesto por 12 alumnos de diferentes años. Los textos –acerca de la supremacía absoluta de Cristo en el ministerio apostólico de San Pablo (Col 1, 24-29); la misericordia del Señor con sus fieles y su indulgencia hacia la debilidad humana [Sal 103 (102)]; y las oraciones de Jesús por sí mismo (oración sacerdotal) y por sus discípulos (Jn 17, 1-11)–, dieron pie a monseñor Serpa para exaltar dos de los dones con los que el Señor premió a su sierva Santa Catalina: saber vivir el momento histórico concreto, e, insertada en él, dar testimonio de la presencia de Dios en su vida.

HACERSE COMO NIÑOS
Mitad en serio, mitad en broma, remando contra los nervios, un tiempo antes de la dicha fiesta, había comenzado la entrevista con la Priora sor Ofelia de San José (Puebla, 1968), mexicana de origen, y la cubana sor Mercedes Yolanda del Niño Jesús Perdido y Hallado en el Templo entre los Doctores de la Ley (Placetas, 1936), dos de las seis monjas dominicas del monasterio que, en efecto, desde la calle 41 del Nuevo Vedado, hace su aporte a la Santa Predicación de un modo peculiar: desde el seno del silencio profundo.

Sor Mercedes Yolanda, durante la ceremonia de la toma del hábito, 6 de abril de 1958. El día jueves de este primer encuentro, asistieron muchas personas a la ceremonia matutina ofrecida igual en el Santuario adjunto al monasterio, pero como en general entre semana suelen ir pocos fieles, el sacerdote celebrante, del Convento de San Juan de Letrán, les permitió a las monjas salir del coro bajo, su habitual sitio de oración a la derecha del altar, y participar de la misa sentadas afuera, en la nave del templo, aisladas del resto del pueblo de Dios por mínimas barandillas metálicas.

En el banco inmediato, para mojarme de su don, me senté y así grabé sus voces e intenciones durante las lecturas y cantos del servicio y mientras rezaban, terminada la misa, la hora tercia del oficio divino. Luego del breve e intenso acercamiento inicial, aún conmovido por el hallazgo de cantos de entrada, ofrendas y acción de gracias poco escuchados en otras comunidades –Peregrinar, Recibe, oh Dios, Yo le resucitaré–, nos ubicamos en la sala de visitas del monasterio, asomados ahora, las religiosas de un lado, yo del otro, al hueco de una ventana que normalmente permanece enrejada.

La plática, llena de giros y rasgos fonéticos típicos del español hablado por cada una de las dos interlocutoras, se alargó hasta la sexta, y de vuelta a la iglesia de nuevo compartí el rezo con las Madres. De la misa a la tercia, a la entrevista y a la sexta: ¡toda una mañana! “Estamos seguros de haber pasado de la muerte a la vida”, diría San Juan en la segunda lectura de aquel jueves (1Jn 3: 14-16), “pues amamos al prójimo”, y las dominicas probaron que también ellas conocían el amor. Desde que aparecí en sus predios corrieron a servirme, maternalmente solícitas, con asombro y humildad infantiles:

“Les aseguro que si ustedes no cambian y se hacen como niños”, ya nos dijo Jesús, “no entrarán en el Reino de los Cielos”.

CALLADA PRECEDENCIA
Según los Orígenes de la Orden de Predicadores, valioso testimonio del beato Jordán de Sajonia, primer biógrafo y sucesor de Santo Domingo de Guzmán en el timón dominico, las hermanas nacieron en el año 1206, cuando el obispo Diego de Osma instituyó y dejó al cuidado de Domingo un monasterio que acogió a varias de las mujeres cátaras que, toda vez convertidas a la fe católica, se consagraron a la contemplación del misterio de Dios.

La secta cátara (dualista) defendía la vida espiritual y ascética, y rechazaba los sacramentos y la autoridad papal. Si bien algunas adeptas lo eran por convicción, la mayoría terminaba siéndolo a causa de los padres que, presionados por las penurias económicas, entregaban sus hijas a los herejes para que las educaran y se ocuparan de su sustento.

El Monasterio de Santa María de Prulla, así se llamó el convento que dio amparo a dichas consagradas, sigue estando bajo la protección de la Virgen, al pie de la ciudad de Fanjeaux, en tierras actuales de Aude, uno de los cinco departamentos de la región contemporánea de Languedoc-Roussillon, al sur de Francia. “Hasta el día de hoy” escribió en sus Orígenes el beato sajón, “las siervas de Cristo ofrecen allí un culto agradable a su Creador, con una santidad vigorosa, y preclara pureza de inocencia. Llevan una vida provechosa para sí, ejemplar para los hombres, motivo de júbilo para los ángeles y grata a Dios”. Ocho siglos después, la apreciación no ha perdido vigencia.

Al presente nadie podría afirmar que al arrancar a aquellas jóvenes de la enseñanza cátara y asociarlas, por oración y penitencia, a su Santa Predicación, la idea de la futura hermandad ya hubiese madurado en la cabeza de Domingo de Guzmán. Ni siquiera Jordán de Sajonia entró en las motivaciones psicológicas del Padre fundador. Pero lo cierto es que el plantío de Fanjeaux tendrá derivaciones inesperadas: se integrará en un proyecto orgánico de vida santa para hombres y mujeres, y por siempre jamás la fronda femenina del Languedoc precederá, en las cronologías, a los Hermanos (varones) Predicadores.

Antiguo Convento de Santa Catalina, La Habana.













Para su sustento las dominicas realizan labores
para el altar, hábitos y otras costuras.



El pasado 29 de abril de 2006, memoria de Santa Catalina de Siena, el maestro general Fray Carlos Azpiroz OP envió, desde el retiro de Santa María de Prulla, una carta a toda la Orden. La misiva anunció la celebración de un año jubilar entre el I Domingo de Adviento (3 de diciembre de 2006) y la Epifanía de 2008, tiempo propicio para revivir el parto de aquella primera comunidad femenina y en cierto modo resaltar la precedencia teológica de la contemplación en la vida predicadora. El jubileo gira en torno a los monasterios de monjas contemplativas dominicas, y es el primero en la novena de años que la Orden comenzó a vivir para recordar otro importante octocen-tenario: el de su propia confirmación mediante la bula papal de Honorio III Religiosam vitam del 22 de diciembre de 1216.

Picado por tanta noticia, el padre Manuel Uña, que en octubre de 2006 festejó junto con sus Hermanos Predicadores y la Arquidiócesis habanera, el 80 cumpleaños del nacimiento del Convento de San Juan de Letrán en el Vedado, corrió a mediar para que recordáramos los 800 años del viaje de sus hermanas contemplativas por el mundo, visitáramos la casa de las dominicas capitalinas, y repasáramos la fundación y periplo por nuestra ciudad de otra semilla oculta, la del habanero Monasterio de Santa Catalina de Siena. Con lo que el lector leyó hasta aquí, cumplo lo primero. Con sor Ofelia de San José y sor Mercedes Yolanda del Niño Jesús Perdido y Hallado en el Templo, voy a lo segundo.

ARÉCHAGAS Y ARRESTADAS
Esta casa donde estamos –avanzó con voz baja la Priora sor Ofelia de San José al referirse al Monasterio de Santa Catalina de Siena del Nuevo Vedado– era de la Congregación del Santísimo Redentor. Los Redentoristas debieron marcharse o fueron extinguiéndose, habría que precisar qué sucedió con ellos.* La casa se quedó vacía y sólo con nuestra llegada salió del abandono. Nosotras procedíamos del sitio donde hoy está la Casa Sacerdotal en el Vedado, manzana que rodeada por 25, A, 23 y Paseo, fue blanco de la construcción del convento de mujeres que sería nuestra sede hasta 1984, cuando nos mudamos para acá.

Antes de la mudanza –la secundó la voz argentada de sor Mercedes Yolanda–, veíamos cómo nuestra familia se reducía a unas pocas monjas, ya ancianas, y dicha sede del Vedado se convertía en un hospital. Total, que permutamos con la Iglesia; allí se instaló la Casa Sacerdotal y nosotras venimos para acá. El Señor Cardenal nos ayudó en el acomodo de la nueva localización, y luego continuamos perfeccionándola con ayudas de diversos orígenes.

Pero antiguamente su monasterio radicó en el ahora municipio de La Habana Vieja.

El primer y único convento cubano de dominicas contemplativas –se “soltó” sor Mercedes Yolanda–, el Monasterio de Santa Catalina de Siena del que venimos hablando, se fundó el 29 de abril de 1688 en los terrenos limitados por las hoy calles de Compostela, Empedrado, Aguacate y O´Reilly: a la sazón algunas de ellas aún no se conocían por esos nombres, ni tampoco la calle de San Juan de Dios partía en dos la propiedad. Allí nació y se amplió el convento, y vivieron y trabajaron las hermanas hasta el 13 de mayo de 1918, cuando se mudaron para el Vedado. Demolido el edificio, en la esquina de O´Reilly y Compostela se alzó el National City Bank of New York (actual Banco Metropolitano). El portal del banco recuerda el pórtico de una capilla. Sostenido por columnas circulares, remite al antes templo conventual, cuyo atrio daba a ese lado sur del monasterio. Una placa de bronce, con un calco en relieve de la iglesia, reaviva el recuerdo. En abril del próximo año 2008, ya en La Habana Vieja, ya en el Vedado, ya en el Nuevo Vedado, las dominicas cumpliremos 320 años de vida en la ciudad y en Cuba.

La idea de fundar el monasterio, ¿llegó de fuera o nació aquí?

Nació aquí, fruto del fervor de las hermanas Teresa, Francisca y Ana. Las jóvenes, de apellidos de Aréchaga y Casas, eran de una familia acomodada. Su papá, el vasco Juan de Aréchaga, quizás llegó a La Habana como oficial, pero toda vez dedicado al negocio de almacenes de víveres, logró el título de Tesorero Real de la Isla. De su unión con la cubana Manuela Casas nacieron 11 hijos, si bien sólo quedaron siete: dos varones y cinco hembras. Dos de estas se casaron; las otras fueron las que tomaron el hábito, mas debieron esperar a que murieran sus padres para hacer la solicitud; para entonces la mayor tendría 35 años, y las otras veintitantos; cuando ingresaron en el monasterio tendrían nueve años más.

TRIBUTO DE DAMAS POBRES
En el Diccionario de la Literatura Cubana hay un Juan de Aréchaga y Casas (1637-1695).

Es el primogénito de la familia, hermano mayor de las tres fundadoras, personaje célebre del siglo xvii cubano. Su nombre figura en las enciclopedias Espasa y UTEHA. Cursó las primeras letras en La Habana, pero a los 13 años pasó a España. En la Universidad de Salamanca se recibió de bachiller en artes, se doctoró en leyes, y luego de trabajar en varias de sus cátedras, obtuvo por oposición la más antigua de ellas. Rondando los 34 fue enviado a América; llegó a ser gobernador de Yucatán, oidor de la Audiencia de México, consultor del Tribunal de la Inquisición de Nueva España y juez conservador del estado de Hernán Cortés. Los cargos que desempeñó favorecerían las miras de sus hermanas. Considerado como el primer cubano que publicó un libro en cualquier lengua (en específico lo publicó en latín), hizo un donativo para la creación del monasterio.

¿De qué fecha data la solicitud en que las hermanas pidieron permiso para la fundación?

De 1679. En carta dirigida al rey de España las hermanas confesaron que siempre habían vivido con celo de consagrarse a Dios con votos de religión y de clausura, y que como en La Habana sólo existía el monasterio de Santa Clara (1644), y en él no había cupo para nuevas profesas, ellas querían fundar, en casas y terrenos de su hacienda, un monasterio de la Orden de Santo Domingo, conforme a las Constituciones habidas para las dominicas contemplativas, bajo la protección de Santa Catalina de Siena.

¿De qué fecha data la respuesta del soberano?

Las cartas demoraban. La Monarquía estaba envuelta en varias guerras, determinadas por el expansionismo del vecino Luis XIV, rey de Francia. La Real Cédula por la que el rey dio facultad a las hermanas para fundar el convento, que sólo podría contar con 15 religiosas de coro, fue fechada en Madrid el 2 de agosto de 1684. Meses después (20 de abril de 1686), el llamado Gobernador de lo Político de la Ciudad (de La Habana), autorizó a las hermanas, en documento público, a que hicieran uso de la licencia real. Ya construido el edificio, estas debieron dirigirse al Sumo Pontífice. Sólo el Papa podía autorizarle al prelado español Diego Evelino de Compostela, obispo de la entonces única diócesis cubana, llamada de Santiago de Cuba, que sacase a varias religiosas del Monasterio de Santa Clara y las ubicase temporalmente en el nuevo convento de Santa Catalina de Siena: hasta que en éste se observara la disciplina regular según las reglas de la Orden de Santo Domingo.

SOCORRO PERPETUO
La Santa Sede daría su anuencia.

Sí, mediante escrito de la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares firmado en Roma en marzo de 1687. Diego Evelino de Compostela, el Obispo Santo, eligió a las clarisas que participarían de la fundación del convento de Santa Catalina de Siena –sor María de la Asunción, Catalina de San Buenaventura, y Clara de Jesús– y resolvió que se trasladaran a la nueva casa el 29 de abril de 1688. El propio obispo nombró por Priora del monasterio naciente a sor María de la Asunción y le dio licencia para que admitiera y diera hábitos para religiosas de velo negro a Teresa, Francisca y Ana, de apellidos de Aréchaga y Casas.

A partir de ese momento decidirían llamarse con otros nombres.

Se cambiaron a sor María Teresa de Jesús Nazareno, sor María de la Asunción, y sor María de la Purificación, respectivamente, y desde entonces se considerarían fundadoras de la casa: en reconocimiento por haber aplicado para su institución todos sus bienes y herencias, y porque de ellas fue la iniciativa. Cuando en 1696 las clarisas cumplieron su cometido y regresaron a su Monasterio de Santa Clara –regresaron dos, Clara de Jesús falleció antes–, la hermana Teresa de Aréchaga y Casas, ahora sor María Teresa de Jesús Nazareno, se convirtió en la primera priora del ya establecido Monasterio de Santa Catalina de Siena.

¿Qué fue de los hermanos varones Juan y Vicente de Aréchaga y Casas?

Se sabe que en 1689 renunciaron, a favor del dicho Monasterio de Santa Catalina, a todos los derechos que, como legítimos herederos de sus padres Juan de Aréchaga y Manuela Casas, les concedían las leyes vigentes. El acto de renuncia lo realizaron, ante escribano público, junto a las tres hermanas fundadoras, en la puerta reglar del convento.
230 años permanecieron las dominicas en el casco urbano considerado hoy histórico.

El entorno se tornó ruidoso y poco íntimo, así que hipotecaron el convento y compraron otra localización. El edificio del Vedado comenzó a construirse en 1914; la construcción avanzó con lentitud, y aunque las Madres dominicas se trasladaron para la nueva casa en 1918, las obras sólo se dieron por terminadas el 29 de agosto de 1920, con la bendición de la nueva iglesia de Santa Catalina de Siena anexa al monasterio. Fotos del antiguo convento, el de La Habana Vieja, y de varios aspectos de su demolición, aparecen en el número 124-125 correspondiente a los meses de noviembre y diciembre de 1943 de la revista Arquitectura, órgano mensual, oficial, del Colegio Nacional de Arquitectos.

Aquí o allá, la protectora de las dominicas cubanas siempre fue Santa Catalina de Siena.

Cuando decimos que la comunidad se trasladó, significa que lo hizo en toda su esencia, íntegra, indivisible, fiel a su identidad; al fin y al cabo lo más importante no es la casa, sino el espíritu, la asamblea que la llena, las piedras vivas. En el Nuevo Vedado el monasterio sigue llamándose de Santa Catalina de Siena, aunque de presente el templo anexo sea el del Santuario de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.

El JUSTO JOSÉ
Catalina de Siena fue una muchacha singular.

Como muchas de su época (1347-1380), ella nunca había ido a la escuela ni leído ningún libro. Pero el Espíritu le concedió sabiduría; por la calle que llevaba a su casa empezaron a desfilar personas de toda índole con el fin de consultarla: el Señor le otorgó el don de consejo, la gracia de darle juicios oportunos a los necesitados. Un año antes de morir, a través de varios amanuenses, dictaba cientos de cartas, notables por la belleza de su estilo, ejemplo de lo que el Creador hace con sus criaturas. El hombre se la pasa subestimándose, “no puedo, no estoy capacitado”. Si Catalina, joven analfabeta, hija menor en un hogar de 25 bocas, de padre tintorero, recibió aquel don, ¿qué cosa no haría el Padre con nosotros? Una de las razones por las que Catalina no fue monja de clausura, fue porque venía de una familia pobre y no podía entregar la dote...

Usted, sor Mercedes Yolanda, ¿aportó alguna dote cuando tomó el estado religioso?

Cuando me decidí, en 1956, la Superiora me dijo: “Debes traer 200 pesos”. Y yo: “Madre, no tengo esa suma, pero puedo trabajar un año más, dando clases particulares, y reunirla”. Ella tuvo miedo de que yo desistiera: “Hagamos una salvedad”. Por fin tomé el hábito en 1957: dejé de ser Mercedes Yolanda Iturria Betancourt y me convertí en sor Mercedes Yolanda del Niño Jesús Perdido y Hallado en el Templo entre los Doctores de la Ley...

Se echó a reír: intuía que, a pesar de la evidencia, ni siquiera el laico más comprometido terminaría de creerse un nombre tan largo.

Por cierto –se puso seria–, aquí conservamos un cuadro que recrea esa primera iniciativa del joven Jesús (Lc 2, 46-47). Pintado por un autor mexicano desconocido, se cree que perteneció a Juan de Aréchaga hijo, hermano mayor de las fundadoras. En su testamento, que también lo guardamos nosotras, Juan, a la hora de cederle su patrimonio al monasterio, menciona “los bronces”, las pinturas hechas sobre bronces, y entre ellas sobresale ésta.
¿Y usted –me dirijo a sor Ofelia de San José, que luego de decir un primer bocadillo había permanecido callada, entrando y saliendo de las piezas contiguas, reclamada por sus exigencias de Priora– cuándo ingresó en la Orden?

Aunque para gloria de Dios yo sea la Superiora –volvió con su voz de ruego–, soy menor en edad que la Madre Mercedes Yolanda: ingresé en el Monasterio de Santa Inés de Puebla, en México, en 1984, por la época en que el Monasterio de Santa Catalina de Siena de La Habana se mudaba al Nuevo Vedado. Ya en ese período comenzaban a escasear en todo el mundo las almas deseosas de escoger la vida devota como única dedicación. Las hermanas de Puebla invocaron a San José, prometiéndole que si llegaban vocaciones las profesas recibirían su nombre. Llegamos 15: ¡todas fuimos, y somos, de San José!


CLAUSURA HABANERA
De un lado, sor Mercedes Yolanda del Niño Jesús Perdido y Hallado en el Templo, oriunda del Monasterio de Santa Catalina de Siena de La Habana, nacida en 1936, contemplativa dominica desde 1957; y del otro, Sor Ofelia de San José, originaria del Monasterio de Santa Inés de Puebla, venida al mundo en 1968 y profesa desde 1984. ¡Por misterio divino, personas de procedencias e historias tan distintas coinciden en un punto!

¡Bendito sea el Señor, bendita sea Su voluntad! –exaltó a Dios sor Ofelia–; nosotras somos siete, pero de tres diferentes países: dos colombianas, sor María Lucero de Santo Domingo y sor María del Pilar; dos cubanas, la Madre Mercedes Yolanda y sor Zoila María de la Santísima Trinidad; y tres mexicanas, sor María Emma Elena, sor Luisa Torres y yo, una servidora.

Como los pasajes de la vida de Jesús –agregó sor Mercedes Yolanda–, es un misterio que durante mi estancia en el extranjero, yo también viviera en un monasterio dedicado a Santa Inés en la ciudad colombiana de Bogotá. Mi separación de Cuba iba a ser temporal, por seis meses, para cumplir mi formación, y por causas ajenas a mi voluntad se extendió desde 1961 a 1980. Fue un tiempo duro y a la vez útil para mí: la Superiora era una santa; los padres dominicos, solícitos; y el monasterio, recogido, observante, de buen espíritu, cerrado a las intromisiones exteriores; hoy las cosas van cambiando, y detrás de las necesidades y nuevas circunstancias, el mundo se cuela por las rendijas de los monasterios.

Pues yo veo la ruta de la Madre Yolanda –quiso acotar sor Ofelia–, y siento que el Señor la reservó para la llegada de los años 80, uno de los tiempos críticos del Monasterio de Santa Catalina de Siena de La Habana. En ese instante, con el convento prácticamente reducido a un hospital, la Madre pudo decir, “¡Jesucristo, yo estoy aquí!”, y en efecto la comunidad no murió, sus puertas nunca llegaron a cerrarse definitivamente.

En el convento hay una sola Priora, pero cada una de ustedes dos al dirigirse a la otra la trata de Madre.

Le digo Madre a ella –explicó sor Ofelia– por las muchas responsabilidades que cumplió aquí, y porque es mayor en edad y le tengo respeto; a las otras hermanas las trato de sor.

Y a su vez las hermanas –abundó sor Mercedes Yolanda–, aunque en la actualidad a la priora ya se le suele llamar sor, seguimos con la vieja costumbre de decirle Madre.

En lo tocante a la clausura, en la hoy Arquidiócesis de La Habana son muy conocidas las monjas del Monasterio de Carmelitas Descalzas.

Hay dos monasterios de clausura en La Habana –tomó de nuevo la batuta sor Mercedes Yolanda–, el de Carmelitas Descalzas (1702) y este de Santa Catalina de Siena (1688): las clarisas, monjas del Monasterio de Santa Clara (1644), el primero en orden de antigüedad de los tres que existieron, ¡ya vimos cómo contribuyeron con nuestra fundación!, debieron dejar la ciudad en 1961 por circunstancias que no es menester tratar aquí. A pesar de varios intentos, no han logrado restablecerse.

AMANECE DIOS
Nosotras también somos monjas de clausura: estamos obligadas a no salir del convento y a prohibirles la entrada en él a las personas ajenas. Sin embargo, la clausura no es un fin, sino un medio para vivir nuestra vida contemplativa. Si, por ejemplo, para conversar con ustedes y hacer como Dios manda este trabajo, es mejor abrir la reja, entonces el medio cede y se abre la reja. Pasaron los años en que si una sacaba un brazo o la cabeza, quedaba excomulgada. De las nuevas Constituciones y textos del Concilio Vaticano II (1962-1965) se infiere que podemos salir del convento para resolver necesidades vitales de la comunidad: eso está considerado en los permisos generales.

¿Qué debo entender por “vida contemplativa dominica”?

Todo el día estamos borrando lo que nos puede apartar de Dios, de modo que al llegar a la oración, a menos que ocurriera una interrupción, ya deberíamos estar en su presencia y no tendríamos que comenzar por silenciarnos. Así es como debería de ser. Se comprende que a veces hay más aridez y es preciso volver a buscar el sosiego. A no ser que decida otra cosa, Dios no se manifiesta con estruendos y ruidos, sino en el silencio. Nosotras no tenemos un método de oración fijo: la gran fórmula es la libertad.

Santo Domingo de Guzmán propuso reglas sencillas.

Él suponía que viviendo en contemplación a lo largo del día, el alma ya estuviese purificada para el abrazo con Dios. Siempre que el alma esté preparada para el encuentro, Él se dejará encontrar. Si estamos siempre buscándolo, al final Él se hará notar, aún sutilmente. Así que el silencio tiene para nosotras un valor especial, es una observancia. En el monasterio debe de reinar un ambiente de silencio; durante el día se ha de hablar en voz baja, con brevedad. La otra observancia en nosotras es el estudio, tanto de la Palabra de Dios y la liturgia, como de los oficios que podríamos desempeñar: cocina, costura, música, computación...

¿A usted le preocupa algo? –sorprendí embelesada a sor Ofelia de San José.

¡Nooo! –salió del éxtasis–. Estaba absorta, oyendo a la Madre, y de pronto mi mente, flotando sobre las palabras de ella, se fue detrás de la contemplación. Siempre me digo cuando dejo la cama: “Desde que Dios amanece, empieza la contemplación”. Y así se prolonga en cada momento: podré estar en mis quehaceres, ¡pero unida a Dios!

L´UNION FAIT LA FORCE
Las dominicas no tendrán un método de oración invariable, ¿y un horario?

Observamos las horas canónicas, las diferentes partes del oficio divino o rezos fijados para los distintos momentos del día, laudes, vísperas y completas –retomó la palabra sor Mercedes Yolanda y no lo dejó más–, y también las horas menores, las intermedias de las canónicas, tercia, sexta, nona. Tenemos dos horas diarias expresamente para orar, en silencio, una en la mañana y otra en la tarde. Ahí podemos hacer oración de petición, de alabanza, de intercesión o de otro tipo, según fluya el Espíritu. Asimismo, después del Evangelio, de la Eucaristía y de la Comunión, entendidas como partes de la misa, y al final de la celebración, solemos tener, salvo raras excepciones, hasta 10 minutos de meditación, adoración, o acción de gracias, siempre en silencio.

Dijimos que el monasterio del Nuevo Vedado sigue llamándose de Santa Catalina de Siena, pero el templo anexo es el Santuario de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.

En el Vedado contábamos con una gran iglesia, la pública de Santa Catalina de Siena, que ahora es Parroquia, y al mudarnos al Nuevo Vedado teníamos derecho a un templo, aun cuando el cambio fuese de grande por chiquito, exponente de nuestro amor preferencial por la Iglesia de Jesucristo y Su Sacerdocio en Cuba. Mas está visto que tener una capilla pública no es ventajoso para la clausura: siempre hay problemas “allá” que no deberían de incidir “acá”. Y es que en cierto sentido atendemos el templo, lo arreglamos, lo abrimos, anotamos los nombres para las misas de difuntos, invitamos a la gente a la sala del convento, la iglesia no es lugar para hablar, escuchamos sus problemas, le damos consejos.

Podrían describir cómo es el hábito, la vestidura de las dominicas.

Túnica blanca, lisa, sin pliegues ni adornos; cinto negro, con el rosario pendiente del cinto; escapulario blanco, sobre el hábito; y velo negro: así dice en las Constituciones. En los países fríos conservan la toca, prenda que reviste las otras. Cuando yo era joven las tocas eran de hilo, de fibras de lino, soportables en medio del calor, pero ahora todo es poliéster y fibras sintéticas, y a los países calientes nos dieron opciones.

¿Pertenece el monasterio a alguna coordinación internacional?

Desde el momento crítico de los años 80, después de la mudanza al Nuevo Vedado, nos integramos a la Federación de Monjas Dominicas Contemplativas de Santa María de Guadalupe, que hoy agrupa a los conventos de México, Nicaragua y Cuba; eso explica la presencia de sor Ofelia de San José y de sor María Emma Elena entre nosotras. Los monasterios son autónomos, las decisiones se toman en comunidad, pero ya los documentos del Concilio Vaticano II recomendaban nuestra unión a fin de afrontar el diálogo con el mundo moderno. Se ha construido un monasterio en Izcalli, México, para que albergue nuestro Consejo Federal y la Casa de Formación.

SANCTA MARIA, MATER DEI
¿Descuellan ustedes por algún trabajo?, ¿de qué viven?

Hacemos labores para el altar, albas, hábitos y otras costuras, pero a la gente le sale mejor traerlas de afuera, más si se las regalan, y a nosotras casi nos sale más cara la tela que la hechura. Cuando un sacerdote necesita, se hace; pero no es una ganancia, ni descollamos por ellas: son pocos los pedidos. A veces se confunden de precio y se llevan más de lo pagado (se ríen de sus penas); somos malas negociantes, la Providencia nos sostiene. Una de las cosas que estamos realizando son los rosarios; les costarían 20 pesos a quienes los tuviesen, pero de nuevo nuestros clientes potenciales tienen los bolsillos muy flojos...

El rosario sigue siendo su prenda por excelencia.

Lo rezamos completo en el día, junto con las horas del oficio; el rosario ayuda a sosegarse y centrarse en Dios, porque si vamos a ver, todo provoca distraimiento; si una está bordando, pensará en los colores que matizarán la labor, y si está cocinando, mirará qué condimentos usará para sazonar la comida; pero eso no quita que en lo afectivo una permanezca unida al Señor y hasta le pida ayuda: “¡Permite que esto no se me queme!” (Vuelven a reírse.) Risas aparte, sabemos que el rosario, rezo católico que conmemora los principales misterios de la vida de Jesús y María, se propagó y, por qué no, se popularizó, con nuestra Orden. Casi todas las colecciones de pintura religiosa, atesoran autores o cuadros que reflejan el momento en que, según la tradición, la Santísima Virgen le entrega la sarta de cuentas a Santo Domingo, nuestro Padre fundador; nosotras aquí también guardamos uno. Las dominicas y dominicos veneramos a María como Madre de Jesús y de la Iglesia, pero también como Patrona de la Orden de Predicadores.
La Orden cuenta con una rica tradición: eso es algo impactante.

Santo Domingo veía a la Santísima Madre, al anochecer, en compañía de otras dos santas, pasando por los dormitorios, bendiciendo a los frailes. En recuerdo del gesto, después de completas, en la Salve Regina, rociamos con agua bendita a las hermanas. “Ave María, gratia plena, Dominus tecum, benedicta tu in muliéribus, et benedictus fructus ventris tui Iesus”, decimos en latín la primera parte de esta oración principal. Y quienquiera que se cruce en el camino responderá, en el mismo idioma, con la segunda estrofa: “Sancta Maria, Mater Dei, ora pro nobis eccatoribus, nunc et in ora mortis nostrae. Amen”. Después de esto, ¿se puede permanecer indiferente? Demos gracias al Señor y a la Virgen: entre los 800 años de la Santa Predicación mundial, cuentan, con amor y humildad, los 319 de nuestro Monasterio de Santa Catalina de Siena, ahora en la calle 41 del Nuevo Vedado. Sepan los lectores de Palabra Nueva que, para gloria de Dios, ¡Jesús está aquí!

* La Congregación del Santísimo Redentor fue fundada en Roma, en 1732, por San Alfonso María Ligorio. Llegó a Cuba en 1926. Reingresó en mayo de 2001. Radica en la Isla de la Juventud. (Nota del redactor.)

viernes, 15 de agosto de 2008

Entrevista con fr. Manuel Uña, o.p. Vicario del Provincial de la Provincia de Bética. Entrevista hecha por fr. Luis Ramos, OP.

¿Cómo conociste la Orden?

Yo conocí a la Orden por medio de un dominico paisano mío, que habitaba muy cerca de mi pueblo, un hombre bondadoso y afable. Me sorprendió la presencia de su hábito, y lo que él decía me hizo descubrir algo nuevo en las demás personas, algo que yo no había descubierto; le pregunté de donde venía y que hacía. : "Sobre todo, respondió, dos cosas: Estudiar y orar. Condiciones indispensables para poder anunciar la Palabra de Dios a los hombre". A la sazón tenía yo doce años: estudiaba entonces las humanidades en un pueblo de la Mancha, Almagro, y luego, pues, todo el currículo dominicano, en Granada, Madrid y Roma.

¿En cuáles apostolados has visto realizada tu vocación con mayor plenitud?

Te voy a decir: Mi apostolado dominicano, lo que he podido vivir, y lo que he podido transmitir es algo que me satisface plenamente. En primero lugar, te diré, porque la Orden dominicana valora mucho la persona humana, y yo tengo verdadera pasión por colaborar con el creador para que aquello que él creó y que desde el principio consideró tan bueno, no se deteriore: es decir la persona humana.. Quero ayudar a que la persona se conozca Permíteme explicarte desde dentro, que encuentre la felicidad con aquello que el Padre y creador le dio, para que lleve cada quien a plenitud todo lo bueno que hay en su persona. Esto s lo que me hace sentir realizado como fraile dominico, cultivar tu inteligencia hasta el punto de poder dar razón de las cosas que hace y por qué las hace. Que cultive su inteligencia pero también su corazón".

Yo creo que esto es lo que estamos haciendo lo dominicos predicando el Evangelio de la Gracia y de la Verdad, con bondad y con amor.

¿Tú estuviste en Cuba varios años, cuáles fueron tus experiencias con el pueblo cubano?

Conocí la Isla de Cuba cuando era provincial de Andalucía, en 1986. Hay que explicar que allí tenemos tres??? casas encargadas a esta provincia. Tuve oportunidad de viajar a la Isla, siempre haciendo escala entre los mexicanos a los que hay que reconocer su generosidad, Siempre llevaba las maletas repletas: una vez en la aduana el agente que revisaba las maletas, me pregunto que por qué traía yo ocho velices, y le respondí: "soy religioso y vengo a ver a mis hermanos". Que trae allí: "Todo lo que pude respondí sencillamente". El agente sólo reparó en una estatuilla del niño Dios sobre la cual comentó: " Con lo que a mi me gusta todo esto" (refiriéndose sin duda a su vida de fe). Por eso vuelvo con tanto gusto a la Isla.

Fui recibido siempre con amabilidad y me fui metiendo poco a poco en la vida del pueblo. Como provincial envié a Cuba a todos los frailes que pude, y después, me fui yo mismo a vivir allá el año 1993. Esto fue para mi una hora de gracia. Una enorme gracia que duró casi ocho años para poder conocer un poco al pueblo de Cuba. Es un pueblo cordial, generoso, solidario, con una enorme capacidad afectiva, y un deseo de comunicar, de aprender, de intercambiar. Tuve la fortuna de relacionarme con un pueblo muy respetuoso y de insospechadas cualidades. Suficiente para hacer mi estancia entre los cubanos un momento feliz de mi vida. Tuve el espacio de hacer lo que un predicador del Evangelio desea hacer. Quise a la gente y la respuesta reciproca, estoy convencido no fue de menor intensidad.

Otro tanto tengo qué decir de los sacerdotes y de los obispos, con los que tuve estrecha relación, recién llegado me invitaron a dirigir los ejercicios para todo el clero de la Isla, una experiencia por demás gratificante. Nunca pude olvidar tal distinción de forma que cando me despedí, dije a los obispos: "Estoy sumamente agradecido, por la confianza que en mí han depositado, de poner en mis manos la delicada cuestión de impartir unos ejercicios al clero"

En la Habana …

Hemos abierto todos los espacios del convento a todo el pueblo. En el convento de san Juan de Letrán tenemos un letrero que con palabras de José Martí dice: "Los amorosos dominicos, siempre buenos, ¡hasta para América buenos!" Es un lugar donde ser recibe a las personas, un espacio de reflexión, donde nadie está excluido, han participado ya personas de todas las culturas, de diversas mentalidades, de la Iglesia, de la política de la cultura, del mundo sincrético, de otras confesiones … . Yo creo que San Juan de Letrán, como se le conoce al Convento de Santo Domingo, se ha convertido en un lugar de reflexión y de encuentro.

Los dominicos de hoy, en Cuba

En este momento (julio de 2001) hay solamente ocho frailes dominicos en toda la Isla: En la Habana estamos en San Juan de Letrán y atendemos la parroquia del Vedado y al Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús. También atendemos una Iglesia en Trinidad, Provincia de Sancti Spíritus que ya pertenece a la Diócesis de Cienfuegos. Actualmente tenemos tres novicios en haciendo su noviciado en el convento de santo Domingo de santa Fe de Bogotá y tres postulantes a quienes acompañamos en el esclarecimiento de sus decisiones.

¿Que puede ofrecer la Orden de Predicadores al pueblo cubano?

La orden ofrece ya a todos en san Juan de Letrán lo que somos y lo que hacemos. En primer lugar un lugar de encuentro par las personas que necesitan orar, intercambiar opiniones o sencillamente buscan un poco de tranquilidad y paz. Pues la vida en la Habana es muy agitada; hay muchos problemas, el bloqueo ha perjudicado mucho al pueblo. Por eso separamos un espacio para acoger a las personas y conversar.

En ese espacio, cuando me preguntan quién es Jesús de Nazaret, yo les doy como contestación, quién es Jesús de Nazaret para mí. Le comunico lo que él hizo, lo que dijo. Por decirlo en breves palabras un servicio a la verdad. Tenemos una biblioteca donde todo los días llegan treinta o cuarenta personas. Está abierta desde las 9:00 hasta las 21:00, y al menos recibimos cuarenta visitas diarias. Cerramos la biblioteca los sábados y domingos pues esos días estamos dedicados al celebración de los sacramentos. Como hemos dicho tenemos tres parroquias y tres comunidades que no son parroquia en la Habana En Trinidad, tenemos trabajo urbano pero también rural pues salimos a evangelizar también en los bohíos.

Cómo recibes a los que desean ingresar en la orden

Para ser dominico es muy importante la sinceridad y la recta intención de buscar a Dios. Pedimos que los jóvenes que desean ingresar en la orden sean respetuosos de las opiniones de los demás, que se muestre abierto a las opiniones de los otro, y que se transparente. Les pedimos llegar a la madurez de ser capaces de convivir con otros jóvenes en armonía, compartiendo responsabilidades y colaborando en las obligaciones comunes. Como todo mundo sabe en la orden la inclinación por el estudio; es muy importante y que sean capaces de llegar a pensar por sí mismos. Es necesario, por último, que sean conscientes de que hay que regalar la vida sin exigir más que la pobreza en el seguimiento de Jesús.

¿Qué futuro le ves a la Orden en Cuba?

Yo creo que nuestro futuro está en la confianza en Dios. Yo creo en los que creen, pero también creo en los que buscan, aunque no crean. Creo en todo aquel que trabaja por hacer el mundo más humano, más cristiano. Yo veo el futuro en la reconciliación.

sábado, 9 de agosto de 2008

CINCO SIGLOS DE HUMANISMO DOMINICANO EN CUBA

por Dr. Salvador Larrúa Guedes
(Tomado de la Revista Vitral)


El humanismo es la filosofía que centra su objetivo en el hombre y en su situación y destino en el universo, y con precisión particular, el humanismo cristiano se dirige a la salvación del hombre de acuerdo con el proyecto de su Creador. Parte importante y medular del ejercicio del humanismo cristiano es la sensibilidad y el dolor ante los problemas de los demás, ante sus sufrimientos y angustias. Es, además, la compasión y la caridad para remediar y sanar el padecimiento ajeno, la solidaridad activa para prestar ayuda al prójimo.

La Orden de Santo Domingo de Guzmán u Orden de Predicadores, la Orden de los Dominicos, para hablar con más sencillez, es una Orden religiosa que aporta un hondo contenido humanista, porque sus entrañas de compasión y caridad cristiana hicieron de su fundador, Domingo, un hombre próximo a los hombres, extraordinariamente sensible al hambre y a la pobreza, a la esclavitud y al cautiverio, a la enfermedad y a la muerte, a la injusticia y a la violencia, un religioso que sale a oponerse a estas situaciones con la denuncia profética y con gestos concretos de misericordia y amor cristiano.

Era Domingo un hombre que apreciaba en gran medida la amistad y la comunión fraterna, el arrepentimiento y la reconciliación, la fe y la receptividad del mensaje evangélico, la virtud y el estilo de vida evangélica. En todos los desastres de la historia humana descubre la fuerza del pecado, que es su raíz, y en la caridad, en la amistad, en la fraternidad, el arrepentimiento, el amor, la gracia salvífica que actúa en medio de la misma historia. Su comprensión medular del asunto hace que Domingo trasmita a la orden que fundó su propio carisma, para que los dominicos se preocuparan de las almas sin despreocuparse de los hombres; y atendieran a la salvación en el más allá sin desentenderse del más acá de la historia humana.

Así lo han hecho siempre los dominicos a lo largo de ocho siglos de historia, en todas partes y en todas las circunstancias. Así lo hicieron también en Santo Domingo primero y después en Cuba desde que se establecieron en esta Isla.

Bartolomé de las Casas

Cuando desembarca en Cuba en 1511, ya viene marcado por la influencia de los dominicos de Santo Domingo, que a través de Fray Antón Montesinos habían denunciado valientemente la explotación de los indios y emplazado a los encomenderos españoles para que pusieran fin a la explotación de esos sus hermanos (1). Su iluminación en la cuaresma de 1514, cuando debía predicar en la pascua, lo lleva a tomar la misma actitud de denuncia profética de los dominicos de La Española, y llega a comprender el asunto de tal forma, que poco después se hace dominico y dedica el resto de su larga y batalladora existencia a lograr que se reconozca la naturaleza humana de los indios... epopeya de amor cristiano cuyo primer episodio tuvo lugar en nuestra Isla.

La industria azucarera

Finales del siglo XVI. Ya los dominicos se encuentran establecidos en el centro de la antigua Habana, en su viejo Convento de San Juan de Letrán. Olvidada por la corona de España y asediada por los piratas, sin medios de subsistencia y sin poder comerciar legalmente más que con España, la Isla y sus habitantes se debaten en la pobreza. Y en 1592 o 1593 los frailes dominicos, en la persona de su prior, comienzan a apoyar ante las autoridades de la villa y el cabildo, el empeño de los vecinos por implantar los primeros ingenios azucareros de Cuba que serán la primera industria y fuente de ingresos estables para el país, ya que portan el conocimiento de Santo Domingo: preocuparse por las almas sin despreocuparse de los hombres.

El 30 de diciembre de 1595 S.M. Felipe II de España firmaba la Real Cédula autorizando la introducción de la industria azucarera en Cuba y los dominicos, que habían contribuido a conseguir un préstamo del monarca para facilitar la implantación de la industria, establecen sus propios ingenios en 1596.

Trece años más tarde, con fecha 26 de agosto de 1609, otro dominico que por coincidencia histórica era el Obispo de Cuba, fray Juan de las Cabezas Altamirano, suplicaba a Su Majestad la suspensión del pago del préstamo real para que los vecinos pudieran desarrollar la industria. La gestión tuvo éxito porque de forma muy inteligente el obispo dominico hizo comprender al rey que con este arbitrio iba a ganar a la larga lo que perdería de momento, en la medida en que la colonia de Cuba se desarrollara.

La primera Universidad y el primer Seminario

Una vez implantada la industria azucarera, cuando la economía dio sus primeros pasos, era necesario instruir a los habitantes de Cuba. Los dominicos sabían muy bien que no existe desarrollo sin el conocimiento previo de las letras y de los números. Su interés por el hombre los impele a crear un Studium Generale (2) en San Juan de Letrán que ya funcionaba en año tan lejano como 1650.

En 1670 elevaban a través de fray Diego Romero la primera solicitud al Cabildo para fundar Universidad en La Habana. Desde ese momento no tuvieron fin sus gestiones y solicitudes, con un tesón extraordinario, hasta que fundaron la Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo de La Habana el 5 de enero de 1728, que este año cumplió 270 años.

El primer Seminario Tridentino de Cuba fue erigido por el famoso Obispo Cabezas Altamirano en 1605 para cumplir las disposiciones del Concilio de Trento, las que estipulaban que cada diócesis debía contar con su propio Seminario para la formación de los futuros sacerdotes.

Los dominicos y la sublevación de los vegueros

En 1717, los dominicos hicieron causa común con los vegueros sublevados para defender sus derechos y levantar el injusto estanco del tabaco impuesto por la corona de España. Uno de los frailes, lleno de dolor por la opresión a que eran sometidos los vegueros, llegó a instigarlos a la rebelión, lo que le valió al Prior, fray Salvador Cabello, una reprimenda del monarca. Pero el desagrado real no fue un obstáculo para que el dominico encabezara la que pasó a la historia con el nombre de Protesta de los Priores de los Conventos (3) y encabezara la lista de los firmantes, superiores de las órdenes religiosas establecidas en La Habana, que rubricaron el rotundo documento en el que expresaban su oposición a la injusta medida impuesta por la metrópoli.

Los dominicos estuvieron presentes en los diversos episodios de la lucha contra el estanco del tabaco, en la que la Iglesia católica y el Obispo Gerónimo de Nostis y de Valdés tuvieron una participación marcada hasta lograr que el rey destituyera y expresara su desagrado al gobernador y Capitán General de la Isla...

La imprenta y el segundo intento de Universidad

La Universidad de La Habana estaba a punto de fundarse, pero las Universidades necesitan libros y en el siglo XVIII los libros eran muy caros, sobre todo si había que traerlos del otro lado del mar. Para garantizar la enseñanza de las humanidades que se iban a impartir en el alto centro docente, el Prior de San Juan de Letrán, fray Salvador Cabello, estimuló y financió la fundación de la primera imprenta de La Habana y de Cuba, la del belga Carlos Habré, en 1720, en la que pronto se imprimirían libros religiosos y textos y tesis universitarias.

El primer escrito que salió de sus prensas fue un «Sermón a la Virgen Santísima del Rosario» firmado por el propio fray Salvador Cabello.

Por esa época, los frailes maniobraban para que el rey de España aprobara un nuevo Convento que de hecho ya existía en Bayamo. El 15 de noviembre de 1736 se firmó la Real Cédula aprobando la fundación, donde echó a andar un nuevo Studium Generale sin facultad para conferir grados universitarios. Los dominicos establecían de esta forma el embrión de una futura Universidad que habría de ser la primera que funcionara en el territorio oriental de la Isla.

La primera Biblioteca

Una universidad para formar a los jóvenes, una imprenta de donde saldrán los libros para estudiar. Faltaba una Biblioteca Pública donde se guardaran las fuentes del conocimiento, los libros. En 1799, por acuerdo con la Sociedad Patriótica, los dominicos instalan en los locales de su Convento de San Juan de Letrán la primera Biblioteca Pública que funcionó en la capital y en la Isla.

Las Escuelas de Química Azucarera

El siglo XIX fue amargo para los dominicos en Cuba. La secularización de la Universidad de La Habana en 1842, la supresión de la orden en ese mismo año, el rigor de la exclaustración, constituyeron duras pruebas para los frailes.

Pero en 1898 se restauraba la orden en Cuba y ese mismo año los dominicos franceses de Lyon establecían una misión en Cienfuegos que pronto daría frutos muy copiosos. Interesados como siempre en el desarrollo del hombre, conocedores de que la primera industria del país había sido muy dañada por la Guerra del 95 y que el azúcar debía ser la base de la reactivación económica de la Isla, concluyeron que la reorganización de la producción azucarera debía establecerse sobre bases rigurosamente científicas.

Así nacieron los primeros Cursos de Química Azucarera en Cuba, auspiciados por el dominico fray Regis Gerest con la colaboración de la Secretaría de Instrucción Pública, en 1906. El P. Gerest elaboró personalmente los programas de esta enseñanza.

Los cursos evolucionaron con una gran aceptación. Su éxito fue tal, que en septiembre de 1909 fr. Regis Gerest O. P. fundó la primera Escuela de Química Azucarera que funcionó en la Isla de Cuba, la que estuvo bajo la dirección de fr. Félix Hede O.P., Doctor en Ciencias, y el Ingeniero Manuel Bergara. Los dominicos lograron dotar esta Escuela con los más modernos y sofisticados equipos y laboratorios franceses.

La Academia Católica de Ciencias Sociales

La destrucción de las estructuras de la colonia española y la primera organización republicana de Cuba no podían transitar sin una gran desorientación ideológica. Un régimen que había durado cuatrocientos años había cesado: los cubanos comenzarían a gobernarse por sí solos. En un país profundamente católico con una innegable presencia sincrética, se manifestaron con todas sus fuerzas varias tendencias que no lograron desarrollarse en el pasado. Masones socialistas de todos los tipos, anarquistas, comunistas, propagaban doctrinas de toda clase y contenido, al tiempo que las iglesias protestantes entraban en la Isla junto con los ejércitos interventores.

Las grandes masas de los trabajadores, por lo general mal instruidas, se confundían ante todas aquellas opciones distintas, proyectos diferentes, ideologías importadas... en medio de la pobreza y la destrucción heredadas de la guerra, la sociedad cubana, falta de antecedentes y de recursos culturales, trataba de encontrar su propio camino.

Muy pronto los dominicos, protagonistas y espectadores del proceso histórico, concluyeron que era necesario estudiar los problemas sociales en la Isla. Así, a principios del siglo XX, surgió la idea de la Academia Católica de Ciencias Sociales, que se fundó en el nuevo Convento de San Juan de Letrán, del Vedado, el 16 de febrero de 1919. Fue el primer centro de este tipo en Cuba y en Latinoamérica, y de ella partieron numerosas iniciativas dirigidas a solucionar los problemas de los trabajadores, de las mujeres, de los niños, para salvaguardar sus derechos, proporcionarles instrucción, dotarlos con viviendas decorosas, con pensiones en caso de accidente, con jubilaciones por vejez.

Las semillas del futuro

Las paredes de San Juan de Letrán cercan un recinto de sueños. El aula «Fray Bartolomé de las Casas», que ha creado nuevos espacios a la reflexión, es solamente el comienzo, porque la visita de Su Santidad Juan Pablo II a Cuba en el pasado mes de enero puso de manifiesto las enormes posibilidades y las esperanzas de los católicos de Cuba. Algunos sueños ya germinan, como los Cursos de Computación que ya funcionan. Otros crecen y se desarrollan en silencio: un Centro de promoción de la Mujer, un Taller para la Comunidad Audiovisual de Niños, que también será Taller Musical, y nuevas formas de contribuir a la sociedad cubana, de estudiarla, de ayudarla, de promover a los hombres, de alargar sus sentidos, de inspirarlos. Formas de preocuparse por la vida de los hombres en la tierra y desbrozar el camino a la otra vida en el Reino.



(1) Fray Antón de Montesinos no actuaba «per se» sino en representación de la comunidad de los dominicos de La Española, que delegaron en él la responsabilidad de denunciar la explotación de los indios.

(2) Studium Generale, conjunto de clases de Gramática, Artes (Filosofía) y Teología según el curriculum tradicional, que se impartía en San Juan de Letrán. Aunque se impartían los conocimientos, el Studium no tenía facultad para conferir grados.

(3) El texto completo de la Protesta de los Priores de los Conventos puede leerse en: Pichardo, Hortensia. Documentos para la historia de Cuba. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1971, t. I, p. 149, doc. 21.

Memoria y Proyecto


por Fray Manuel Uña, O.P.
(Tomado de la Revista Vitral)



Los dominicos nos congratulamos de poder celebrar el Centenario de la Orden en la perla del Caribe y del viaje que hemos realizado a través de la Historia de Cuba. Nos animó la afirmación de la exhortación apostólica Vita Consecrata: "Vosotros tenéis una historia gloriosa que contar" (VC. 110). Dos años largos ha durado nuestro recorrido y al finalizarlo puedo afirmar: Nuestra historia de Familia necesita ser conocida, escrita y contada.

Con devoción, gratitud y admiración contemplo a aquellos frailes dominicos que arribaron a Cuba en los comienzos del siglo XVI. Por Baracoa iniciaron su predicación itinerante, transitaron los caminos que cruzan la Isla desde Punta de Maisí al Cabo de San Antonio, sus pies de mendicantes dejaron huellas en su caminar y sus ojos pudieron admirar las recónditas bellezas, los sublimes paisajes, y también contemplar tristes realidades. En su corazón brotó la compasión y el compromiso de amor y ciencia.

El camino no lo hicieron en solitario, eligieron el itinerario por donde transitaban y vivían los nativos para intercambiar con ellos diálogo vivo, cálido y cordial, para poder aliviar sus pesares, iluminar sus andanzas y enderezarlos hacia la salvación. Se comprometieron con el aborigen y a su lado estuvieron hasta abolir la esclavitud. Bayamo, Guantánamo, Holguín, Santiago, Sancti Spíritus, Trinidad, Cienfuegos, La Habana y Guanajay, nos muestran cómo construyeron ingenios, abrieron escuelas y fundaron la Universidad de San Jerónimo. Llegaron a Cuba y estuvieron atentos a las necesidades del hombre cubano. "Su presencia ha sido tan decisiva que muchas páginas principales de la historia cubana existen porque ellos las escribieron"(S. Larrúa).

Apasionante, provocativa y desafiante es nuestra historia, tener conciencia de ella es parte integrante del dinamismo de nuestra vida actual y de la manera como seamos capaces de afrontar los retos del futuro cercano. El carisma dominicano tiene que expresarse en las actuales circunstancias del mundo, de la Iglesia, y de Cuba con un fuerte compromiso histórico, ya que es en la historia donde se va dibujando el compromiso apostólico.

Fue el Espíritu Santo quien les trajo y nos trajo y es que el "Espíritu sopla donde quiere y quiere soplar en Cuba." (Juan Pablo II). A él nos abrimos y queremos continuar haciendo y construyendo la historia, para no vivir de la historia, ni de historias, comprometidos con el futuro, "abriendo caminos de vida" y acompañando a esta generación, codo con codo con otros hombres y mujeres y en diálogo con otras culturas y creencias, es decir hoy la palabra más esencial de la fe en conjunción con lo más actual de la historia. Es así como la antorcha que de ellos recibimos no sólo MEMORIA sino PROYECTO.

LOS DOMINICOS HOY

por Fray Antonio Bendito, O.P.
(Tomado de la Revista Vitral)

Quien visite el Convento de San Juan de Letrán en La Habana, encontrará en su claustro unos paneles con la Cronología de los acontecimientos más importantes, vividos y realizados por los Dominicos en Cuba a lo largo de su amplia presencia histórica. Glorias del pasado, pero no sólo para contar y recordar sino, sobre todo, para impulsarnos a seguir caminando y construir el futuro.El joven que llama a nuestras puertas y sueña, tal vez, conque un día pudiera formar parte de nuestra vida, se pregunta: "Y hoy, ¿Cómo son y qué hacen ustedes?"

Seguimos siendo los Frailes Predicadores, que Domingo fundara para llevar el Evangelio a los hombres. Una predicación que brota de la oración y de la experiencia contemplativa, del estudio constante de la Verdad Sagrada, de la pobreza evangélica y de la comunión fraterna.

El estilo de Vida Comunitaria varía según las circunstancias. La "comunión fraterna", que es la fuente misma del dinamismo apostólico, es lo que tratamos de mantener siempre viva. Nuestra Regla de Vida, tomada de San Agustín, nos dice: "Han venido al Monasterio para que con un solo corazón y una sola alma glorifiquen a Dios".

En San Juan somos una Comunidad internacional: españoles, cubanos, un alemán y un colombiano. Jóvenes unos y mayores en su gran parte. Culturas diversas. Pero todo esto no es un obstáculo para que podamos decir en verdad, y con todas las limitaciones humanas, que nos queremos como hermanos, que nuestra oración brota de un solo corazón y una sola alma; que buscamos juntos, en franco diálogo, solución a los problemas, que reflexionamos y proyectamos juntos nuestra misión apostólica.

Nuestra Casa de Trinidad tiene esta asignatura pendiente, pues, en la actualidad, no hay más que un solo Fraile. Y uno solo no hace Comunidad. Situación que esperamos encuentre pronto la solución adecuada. De alguna manera podemos decir que, a pesar de la distancia, forma con nosotros «Comunión de Vida», pues no le falta nuestro apoyo moral , físico y espiritual. Nuestras Constituciones hablan de «Comunidad de Comunidades». El dominico nunca está solo, aunque la necesidad apostólica le mantenga a distancia de su Comunidad por un tiempo.

Estamos lejos de ser una Comunidad ideal, pero sí puedo afirmar que todos nos esforzamos por hacer realidad el llamado a constituirla.

La Contemplación Dominicana ha de ser fruto de una dinámica de oración y estudio, vividos con intensidad y armonía. También hoy, como ayer, los Dominicos somos bien conscientes que, sin una verdadera vida contemplativa, nuestra predicación o acción evangelizadora estará vacía de contenido. Y estamos empeñados en hacerla realidad. Las circunstancias no siempre lo favorecen, sobre todo cuando hay urgencias apostólicas que reclaman. La pobreza de personal ha sido durante años un reto de fidelidad a esta dimensión esencial del Dominico. Hoy en San Juan, las condiciones son más favorables: se ha logrado crear un cierto ambiente de silencio, sin el que no es posible la contemplación; y aumentó el número de Frailes, pudiendo distribuirnos mejor las tareas apostólicas.

Nuestra Misión Apostólica es múltiple y no siempre la más adecuada a «nuestro carisma dominicano». Como acontece en casi todos los Institutos Religiosos, también aquí las circunstancias mandan. Los Dominicos en Cuba dedicamos muchas horas y energías en apostolados parroquiales o similares; y, ciertamente, no es lo más nuestro. Sin embargo, hay siempre «un talante» o manera de actuar muy propio, que lleva nuestro sello. Por ejemplo: priorizamos la evangelización a la sacramentación. Incluso es, para nosotros, como «una de las fronteras» de la Iglesia Cubana a la que hay que dar una respuesta auténtica.

Otras muchas de nuestras actividades responden mejor a la Misión propia de la Orden: por ejemplo, nuestro empeño común en la formación de Catequistas, de Responsables de grupos y de todos aquellos que tienen hambre de la Palabra. Participamos en la formación de los Seminaristas y de los Religiosos. Organizamos cursillos de formación humana y cristiana (escuela de valores, educación sexual, cursos bíblicos, talleres de oración; también diversos talleres de manualidades: pintura, costura; cursos de computación, etc.), conferencias, encuentros y diálogos de alto nivel cultural entre personas de diferentes maneras de pensar y de ver la vida. Una labor hermosa y fructífera que lleva a cabo, sobre todo, el Aula Fr. Bartolomé de las Casas.

La labor misionera realizada por el incansable Padre Luis Francisco Téllez en los poblados pertenecientes a la Parroquia de Trinidad es también un exponente de nuestra Misión Dominicana, hoy.

Esto es lo que somos y hacemos los Dominicos, en nuestra Cuba de Hoy. Dicho, naturalmente, a grandes rasgos y sin demasiados matices. Espero sirva esto de un primer contacto que lleve a un conocimiento más personal y profundo.

jueves, 7 de agosto de 2008

Porque estamos de fiesta


Yo tengo un hábito blanco,
como una vida que empieza
y, como un grito de muerte,
lo cubre una capa negra...

Vida y muerte de la mano,
juntas por la misma senda.
La muerte, con sus abismos...
La vida, con sus promesas.

Hay algo que celebrar.

Hoy es 8 de agosto, y si no fuera por lo que entraña y supone para nosotros los Dominicos, no fuera más que eso: una fecha, un día más, tal vez como mucho, uno de esos días en los que uno se levanta con una especial predisposición a la vida o a la muerte. Al final todo gira en torno a eso: vida-muerte. Y es que vida y muerte se dan la mano y hasta se confunden y funden muchas veces para dejar salir lo nuevo, para que nazca lo nuevo. Vocacionados a la vida los dominicos celebramos hoy la muerte de Nuestro Padre, muerte que es vida fecunda para todos sus hijos. Muerte que pone en nuestras bocas palabras de vida para este mundo. Muerte que nos hace portadores del mimos celo, de la misma vida que de tanto ser vida hizo saltar a Santo Domingo más allá de la muerte. Vida que nos queda a nosotros para seguir transmitiéndola. Por eso hoy solo queda una oración en nuestros labios: “Imple Pater quod dixisti”.

¡¡¡¡Felicidades Hermanos!!!!

O Lumen

¿Por qué?