¡Bienvenidos!

Si alguien, pinchando en la web o porque ha sido invitado a ello, llegara aquí a este blog con lo primero que se topa es con este rótulo que sirve de título al mismo: CUBAOP.

Si no lo entiende serían legítimas las preguntas que se sucederían una tras otra y que pudieran ser como estas: ¿CUBAOP? ¿Qué eso? ¿Algo nuevo? ¿Qué me quieren decir con estas letras los que escriben aquí? CUBAOP es el espacio en que queremos compartir lo que significa para nosotros la OP, Orden de Predicadores, en CUBA.

Desde Cuba porque una Orden que está en muchas partes del mundo se manifiesta de manera concreta en los límites de un país, estado o región concreto del mundo. Y es desde Cuba que como dominicos nos integramos en la gran familia dominicana a lo largo y ancho del mundo.

En esta aventura no vamos solos. En la gran familia hay jóvenes y adultos, mujeres y varones, laicos y religiosos. Esta gran familia cuenta en Cuba con la presencia de frailes, monjas, religiosas de varias congregaciones y con seglares. Todos nos sentimos continuadores de Domingo de Guzmán en el gran reto que es comunicar a todos y todas el Evangelio de Jesús de Nazaret haciendo uso de un lenguaje actualizado y desde nuestra experiencia de vida como cubanos y cubanas.

Esto es lo que quiere ser CUBAOP. Contamos contigo, que lees y comentas, que te cuestionas e interrogas a otros para hallar a Dios, para seguir adelante en esta aventura que comenzamos a construir.
Fr. Andrés, O.P.

Porque somos en Blanco y negro.

Encuentro con el pasado

Un día O.P.

sábado, 9 de agosto de 2008

CINCO SIGLOS DE HUMANISMO DOMINICANO EN CUBA

por Dr. Salvador Larrúa Guedes
(Tomado de la Revista Vitral)


El humanismo es la filosofía que centra su objetivo en el hombre y en su situación y destino en el universo, y con precisión particular, el humanismo cristiano se dirige a la salvación del hombre de acuerdo con el proyecto de su Creador. Parte importante y medular del ejercicio del humanismo cristiano es la sensibilidad y el dolor ante los problemas de los demás, ante sus sufrimientos y angustias. Es, además, la compasión y la caridad para remediar y sanar el padecimiento ajeno, la solidaridad activa para prestar ayuda al prójimo.

La Orden de Santo Domingo de Guzmán u Orden de Predicadores, la Orden de los Dominicos, para hablar con más sencillez, es una Orden religiosa que aporta un hondo contenido humanista, porque sus entrañas de compasión y caridad cristiana hicieron de su fundador, Domingo, un hombre próximo a los hombres, extraordinariamente sensible al hambre y a la pobreza, a la esclavitud y al cautiverio, a la enfermedad y a la muerte, a la injusticia y a la violencia, un religioso que sale a oponerse a estas situaciones con la denuncia profética y con gestos concretos de misericordia y amor cristiano.

Era Domingo un hombre que apreciaba en gran medida la amistad y la comunión fraterna, el arrepentimiento y la reconciliación, la fe y la receptividad del mensaje evangélico, la virtud y el estilo de vida evangélica. En todos los desastres de la historia humana descubre la fuerza del pecado, que es su raíz, y en la caridad, en la amistad, en la fraternidad, el arrepentimiento, el amor, la gracia salvífica que actúa en medio de la misma historia. Su comprensión medular del asunto hace que Domingo trasmita a la orden que fundó su propio carisma, para que los dominicos se preocuparan de las almas sin despreocuparse de los hombres; y atendieran a la salvación en el más allá sin desentenderse del más acá de la historia humana.

Así lo han hecho siempre los dominicos a lo largo de ocho siglos de historia, en todas partes y en todas las circunstancias. Así lo hicieron también en Santo Domingo primero y después en Cuba desde que se establecieron en esta Isla.

Bartolomé de las Casas

Cuando desembarca en Cuba en 1511, ya viene marcado por la influencia de los dominicos de Santo Domingo, que a través de Fray Antón Montesinos habían denunciado valientemente la explotación de los indios y emplazado a los encomenderos españoles para que pusieran fin a la explotación de esos sus hermanos (1). Su iluminación en la cuaresma de 1514, cuando debía predicar en la pascua, lo lleva a tomar la misma actitud de denuncia profética de los dominicos de La Española, y llega a comprender el asunto de tal forma, que poco después se hace dominico y dedica el resto de su larga y batalladora existencia a lograr que se reconozca la naturaleza humana de los indios... epopeya de amor cristiano cuyo primer episodio tuvo lugar en nuestra Isla.

La industria azucarera

Finales del siglo XVI. Ya los dominicos se encuentran establecidos en el centro de la antigua Habana, en su viejo Convento de San Juan de Letrán. Olvidada por la corona de España y asediada por los piratas, sin medios de subsistencia y sin poder comerciar legalmente más que con España, la Isla y sus habitantes se debaten en la pobreza. Y en 1592 o 1593 los frailes dominicos, en la persona de su prior, comienzan a apoyar ante las autoridades de la villa y el cabildo, el empeño de los vecinos por implantar los primeros ingenios azucareros de Cuba que serán la primera industria y fuente de ingresos estables para el país, ya que portan el conocimiento de Santo Domingo: preocuparse por las almas sin despreocuparse de los hombres.

El 30 de diciembre de 1595 S.M. Felipe II de España firmaba la Real Cédula autorizando la introducción de la industria azucarera en Cuba y los dominicos, que habían contribuido a conseguir un préstamo del monarca para facilitar la implantación de la industria, establecen sus propios ingenios en 1596.

Trece años más tarde, con fecha 26 de agosto de 1609, otro dominico que por coincidencia histórica era el Obispo de Cuba, fray Juan de las Cabezas Altamirano, suplicaba a Su Majestad la suspensión del pago del préstamo real para que los vecinos pudieran desarrollar la industria. La gestión tuvo éxito porque de forma muy inteligente el obispo dominico hizo comprender al rey que con este arbitrio iba a ganar a la larga lo que perdería de momento, en la medida en que la colonia de Cuba se desarrollara.

La primera Universidad y el primer Seminario

Una vez implantada la industria azucarera, cuando la economía dio sus primeros pasos, era necesario instruir a los habitantes de Cuba. Los dominicos sabían muy bien que no existe desarrollo sin el conocimiento previo de las letras y de los números. Su interés por el hombre los impele a crear un Studium Generale (2) en San Juan de Letrán que ya funcionaba en año tan lejano como 1650.

En 1670 elevaban a través de fray Diego Romero la primera solicitud al Cabildo para fundar Universidad en La Habana. Desde ese momento no tuvieron fin sus gestiones y solicitudes, con un tesón extraordinario, hasta que fundaron la Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo de La Habana el 5 de enero de 1728, que este año cumplió 270 años.

El primer Seminario Tridentino de Cuba fue erigido por el famoso Obispo Cabezas Altamirano en 1605 para cumplir las disposiciones del Concilio de Trento, las que estipulaban que cada diócesis debía contar con su propio Seminario para la formación de los futuros sacerdotes.

Los dominicos y la sublevación de los vegueros

En 1717, los dominicos hicieron causa común con los vegueros sublevados para defender sus derechos y levantar el injusto estanco del tabaco impuesto por la corona de España. Uno de los frailes, lleno de dolor por la opresión a que eran sometidos los vegueros, llegó a instigarlos a la rebelión, lo que le valió al Prior, fray Salvador Cabello, una reprimenda del monarca. Pero el desagrado real no fue un obstáculo para que el dominico encabezara la que pasó a la historia con el nombre de Protesta de los Priores de los Conventos (3) y encabezara la lista de los firmantes, superiores de las órdenes religiosas establecidas en La Habana, que rubricaron el rotundo documento en el que expresaban su oposición a la injusta medida impuesta por la metrópoli.

Los dominicos estuvieron presentes en los diversos episodios de la lucha contra el estanco del tabaco, en la que la Iglesia católica y el Obispo Gerónimo de Nostis y de Valdés tuvieron una participación marcada hasta lograr que el rey destituyera y expresara su desagrado al gobernador y Capitán General de la Isla...

La imprenta y el segundo intento de Universidad

La Universidad de La Habana estaba a punto de fundarse, pero las Universidades necesitan libros y en el siglo XVIII los libros eran muy caros, sobre todo si había que traerlos del otro lado del mar. Para garantizar la enseñanza de las humanidades que se iban a impartir en el alto centro docente, el Prior de San Juan de Letrán, fray Salvador Cabello, estimuló y financió la fundación de la primera imprenta de La Habana y de Cuba, la del belga Carlos Habré, en 1720, en la que pronto se imprimirían libros religiosos y textos y tesis universitarias.

El primer escrito que salió de sus prensas fue un «Sermón a la Virgen Santísima del Rosario» firmado por el propio fray Salvador Cabello.

Por esa época, los frailes maniobraban para que el rey de España aprobara un nuevo Convento que de hecho ya existía en Bayamo. El 15 de noviembre de 1736 se firmó la Real Cédula aprobando la fundación, donde echó a andar un nuevo Studium Generale sin facultad para conferir grados universitarios. Los dominicos establecían de esta forma el embrión de una futura Universidad que habría de ser la primera que funcionara en el territorio oriental de la Isla.

La primera Biblioteca

Una universidad para formar a los jóvenes, una imprenta de donde saldrán los libros para estudiar. Faltaba una Biblioteca Pública donde se guardaran las fuentes del conocimiento, los libros. En 1799, por acuerdo con la Sociedad Patriótica, los dominicos instalan en los locales de su Convento de San Juan de Letrán la primera Biblioteca Pública que funcionó en la capital y en la Isla.

Las Escuelas de Química Azucarera

El siglo XIX fue amargo para los dominicos en Cuba. La secularización de la Universidad de La Habana en 1842, la supresión de la orden en ese mismo año, el rigor de la exclaustración, constituyeron duras pruebas para los frailes.

Pero en 1898 se restauraba la orden en Cuba y ese mismo año los dominicos franceses de Lyon establecían una misión en Cienfuegos que pronto daría frutos muy copiosos. Interesados como siempre en el desarrollo del hombre, conocedores de que la primera industria del país había sido muy dañada por la Guerra del 95 y que el azúcar debía ser la base de la reactivación económica de la Isla, concluyeron que la reorganización de la producción azucarera debía establecerse sobre bases rigurosamente científicas.

Así nacieron los primeros Cursos de Química Azucarera en Cuba, auspiciados por el dominico fray Regis Gerest con la colaboración de la Secretaría de Instrucción Pública, en 1906. El P. Gerest elaboró personalmente los programas de esta enseñanza.

Los cursos evolucionaron con una gran aceptación. Su éxito fue tal, que en septiembre de 1909 fr. Regis Gerest O. P. fundó la primera Escuela de Química Azucarera que funcionó en la Isla de Cuba, la que estuvo bajo la dirección de fr. Félix Hede O.P., Doctor en Ciencias, y el Ingeniero Manuel Bergara. Los dominicos lograron dotar esta Escuela con los más modernos y sofisticados equipos y laboratorios franceses.

La Academia Católica de Ciencias Sociales

La destrucción de las estructuras de la colonia española y la primera organización republicana de Cuba no podían transitar sin una gran desorientación ideológica. Un régimen que había durado cuatrocientos años había cesado: los cubanos comenzarían a gobernarse por sí solos. En un país profundamente católico con una innegable presencia sincrética, se manifestaron con todas sus fuerzas varias tendencias que no lograron desarrollarse en el pasado. Masones socialistas de todos los tipos, anarquistas, comunistas, propagaban doctrinas de toda clase y contenido, al tiempo que las iglesias protestantes entraban en la Isla junto con los ejércitos interventores.

Las grandes masas de los trabajadores, por lo general mal instruidas, se confundían ante todas aquellas opciones distintas, proyectos diferentes, ideologías importadas... en medio de la pobreza y la destrucción heredadas de la guerra, la sociedad cubana, falta de antecedentes y de recursos culturales, trataba de encontrar su propio camino.

Muy pronto los dominicos, protagonistas y espectadores del proceso histórico, concluyeron que era necesario estudiar los problemas sociales en la Isla. Así, a principios del siglo XX, surgió la idea de la Academia Católica de Ciencias Sociales, que se fundó en el nuevo Convento de San Juan de Letrán, del Vedado, el 16 de febrero de 1919. Fue el primer centro de este tipo en Cuba y en Latinoamérica, y de ella partieron numerosas iniciativas dirigidas a solucionar los problemas de los trabajadores, de las mujeres, de los niños, para salvaguardar sus derechos, proporcionarles instrucción, dotarlos con viviendas decorosas, con pensiones en caso de accidente, con jubilaciones por vejez.

Las semillas del futuro

Las paredes de San Juan de Letrán cercan un recinto de sueños. El aula «Fray Bartolomé de las Casas», que ha creado nuevos espacios a la reflexión, es solamente el comienzo, porque la visita de Su Santidad Juan Pablo II a Cuba en el pasado mes de enero puso de manifiesto las enormes posibilidades y las esperanzas de los católicos de Cuba. Algunos sueños ya germinan, como los Cursos de Computación que ya funcionan. Otros crecen y se desarrollan en silencio: un Centro de promoción de la Mujer, un Taller para la Comunidad Audiovisual de Niños, que también será Taller Musical, y nuevas formas de contribuir a la sociedad cubana, de estudiarla, de ayudarla, de promover a los hombres, de alargar sus sentidos, de inspirarlos. Formas de preocuparse por la vida de los hombres en la tierra y desbrozar el camino a la otra vida en el Reino.



(1) Fray Antón de Montesinos no actuaba «per se» sino en representación de la comunidad de los dominicos de La Española, que delegaron en él la responsabilidad de denunciar la explotación de los indios.

(2) Studium Generale, conjunto de clases de Gramática, Artes (Filosofía) y Teología según el curriculum tradicional, que se impartía en San Juan de Letrán. Aunque se impartían los conocimientos, el Studium no tenía facultad para conferir grados.

(3) El texto completo de la Protesta de los Priores de los Conventos puede leerse en: Pichardo, Hortensia. Documentos para la historia de Cuba. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1971, t. I, p. 149, doc. 21.

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